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La evolución del Francés (página 2)



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Los principales dialectos de la lengua de Oïl recibieron
el nombre de las provincias septentrionales en las que se
hablaban: el franciano de Île de France, en la
región de París, el normando de Normandía,
el picardo en Picardía, el pictavino o poitevino de la
provincia de Poitou, cuya capital es
Poitiers, y el borgoñón de Borgoña. En el
987, año en que sube al trono Hugo Capeto, París se
convierte en sede de la Corte y la lengua que allí se
habla, comienza a dominar los demás dialectos de la misma
manera que la corte de París es un modelo
importante para la nobleza de otras regiones. El francés
moderno es la forma derivada directamente del dialecto de
Î'lle de France, que durante la edad media desplazó
a todos los demás.

Durante los siglos XII y XIII, la lengua de
Oïl era muy conocida en Europa. Fue la
lengua de la corte de Nápoles. También el
francés rivalizó con el inglés
como lengua hablada y casi lo eliminó como lengua
literaria (véase Lenguas y literaturas normando
francesas
). A lo largo de la edad media el
francés incorporó numerosos arabismos, por el
prestigio que para los sabios y estudiosos franceses tuvo
la ciencia y
la cultura
árabe y además por estar en contacto con ellos,
bien por la invasión que los árabes hicieron a sus
tierras y países próximos, bien por el contacto
directo que tuvieron los cruzados franceses con el imperio
árabe. Entre los arabismos hay que señalar los
términos chiffre ('cifra, número'),
tecnicismo de su época; girafe ('jirafa');
épinard ('espinaca') y jupe
('falda').

La guerra de los
Cien Años entre Francia e
Inglaterra, que
devastó el territorio francés y tuvo lugar entre
los siglos XIV y XV, supuso un impulso popular en favor del
nacionalismo
francés y la aceptación del dialecto de la corte
como norma lingüística nacional. El siglo XVI
trajo consigo un gran avance en este idioma. De acuerdo con la
ordenanza de Villers-Cotterêts, el rey Francisco I declara
que el francés tal y como se habla en Île de France,
concretamente en París, que se conoce por franciano, sea
la lengua oficial del Reino. En la segunda mitad del siglo XVI y
durante el reinado de Enrique III (1574-1589), el grupo de
poetas y escritores que se conoce por la Pléyade, que
incluía a Joachim du Bellay y Pierre de Ronsard, afirmaba
que el francés era una lengua apta para la prosa y el
verso. Afirmaban que el idioma necesitaba cierta reforma que
debía tomar por modelo la
norma expresada por los genios de la literatura griega y romana.
Du Bellay incorporó estos principios a su
obra Défense et Illustration de la langue
française
(1549; Defensa y alabanza de la
lengua francesa).

A principios del siglo XVII el poeta François de
Malherbe triunfó al lograr una norma exacta para usar las
palabras francesas en sus obras poéticas y
críticas. Esta norma hizo de la lengua un instrumento muy
cuidado, para que se expresara de forma clara y concisa cualquier
razonamiento. Un paso decisivo para la normativa y la reforma del
francés fue la compilación del Diccionario
que patrocinó el cardenal Richelieu en el siglo XVII al
fundar la Academia francesa, en el año 1634. La Academia
inició en 1639 la redacción oficial del Diccionario, que fue
editado por primera vez en el año 1694, edición
a la que han seguido otras nueve ediciones, la última en
1932-1935. Durante el reinado de Luis XIV, el idioma
alcanzó el punto culminante de su historia,
convirtiéndose en lengua internacional de Europa, sobre
todo en el ámbito diplomático y
científico.

En el siglo XVII, el francés adquiere
básicamente su forma actual. Las terminaciones flexivas,
heredadas del latín casi se han omitido en la lengua
hablada, no así en la escrita, y para marcar sus
relaciones sintácticas emplea los sintagmas
preposicionales y el orden que siguen las palabras en la
oración. La publicación del diccionario,
básicamente literario, así como el haberlo impreso
en su totalidad, son una contribución a la estabilidad de
la lengua. Los cambios que han tenido lugar después, se
han limitado a modificar la pronunciación, a simplificar
la escritura,
como los recientes cambios ortográficos vinculados a los
signos de
acentuación, o a introducir neologismos.

Las guerras con
Italia durante la
primera mitad del siglo XVI tuvieron por resultado la
aparición de unas ochocientas palabras, que
básicamente son de dos tipos: las que proceden del mundo
de las artes, como fugue ('fuga') y
opéra ('ópera') y las relacionadas con los
términos militares, como colonel ('coronel') y
soldat ('soldado'). Como consecuencia de las guerras con
España
a principios del siglo XVII se introdujeron unos doscientos
hispanismos como chocolat ('chocolate'), cigare
('cigarro') o nègre ('persona de raza
negra'); por razones análogas toma del alemán unas
pocas palabras como blinder ('blindar') y cible
('blanco de tiro'). En 1795 se funda el Instituto de Francia,
heredero de la Academia, que saca otra edición del
Diccionario tres años después; su apéndice
incluía unas cuantas palabras que se habían
acuñado durante la Revolución
Francesa. Entre las que perviven divorcer
('divorciarse'), guillotiner ('guillotinar') o
burocrate ('burócrata').

Francés:
inicios, lengua romance y herencia

Como mencionábamos anteriormente, el francés es
derivado del francés septentrional (lengua de oïl) de
la cual una variedad (la de la Île-de-France) surgió
el francés literario. A mediados del siglo IX hallamos un
texto
decididamente en vulgar romance, con fecha precisa. Es el
más antiguo documento de esta lengua y el más
antiguo documento de una lengua vulgar. Se trata de los famosos
juramentos de Estrasburgo, merced a los cuales Luis el
Germánico y Carlos el Calvo, hijos de Luis el Piadoso,
después de la batalla de Fontenoy-en-Ousiaye 825 de junio
de 841) renovaron, cerca de Estrasburgo su alianza contra su
hermano Lotario, a quien impusieron poco después la paz de
Verdún.  Este data del año 842 y su
autenticidad es incierta, sin embargo ha sido considerado por su
particular uso del lenguaje.

Luis el Germánico era rey de los francos orientales y
dominaba un territorio lingüísticamente
alemán; Carlos el Calvo era soberano de la parte
occidental, lingüísticamente galorromance. Luis el
Germánico prestó juramento en francés, para
que el ejército de Carlos, compuesto sobre todo de
soldados de lengua galorromance, lo pudiese comprender; por igual
razón, Carlos juró en alemán.

La traducción literal del Texto del juramento
(841) entre Carlos y Luis el Germánico es la siguiente:
"Por el amor de
Dios y por la salvación común del pueblo cristiano
y nuestra, de hoy en adelante, en cuanto Dios me dé saber
y poder,
así salvaré yo a este mi hermano Carlos, y en ayuda
y en toda cosa, como es justo que se deba salvar al propio
hermano, en aquello que también él me haga a
mí, y con Lotario jamás haré ningún
pacto que, por mi voluntad, cause daño a
este mi hermano Carlos". 

La traducción del juramento de los capitanes es la
siguiente: 'Si Luis mantiene el juramento que su hermano Carlos
juró, y Carlos mi señor, por su parte no lo
mantiene, si yo no lo puedo disuadir, ni yo ni ningún otro
al que yo pueda convencer, de ninguna ayuda contra Luis le
seré."

Estos juramentos, no constituyen un monumento literario
propiamente dicho; pero son un importante testimonio
histórico y lingüístico y atestiguan que en el
siglo IX la lengua vulgar ya estaba formada y era empleada como
lengua hablada. En el mismo siglo encontramos también en
Francia un documento que además de importancia
lingüística la tiene también literaria: La
secuencia de Santa Eulalia. Es una cancioncilla de 29 versos
fechada hacia el 880-890:

La traducción inicial de la poesía:
"Buena muchacha fue Eulalia, bello tuvo el cuerpo más
bella el alma.
Quisieron vencerla los enemigos de Dios, quisieron hacerla al
diablo servir. Ella no escuchó a los malos consejeros,
para que ella renegase de Dios, que mora arriba en el cielo, ni
por oro ni plata
ni vestidos lujosos, ni por amenaza real ni súplica;
ninguna cosa la pudo doblegar y que la muchacha no amase siempre
el servicio de
Dios".

Otros documentos
antiguos en francés serían La pasión de
Cristo y La vida de San Lodegario, ambos escritos alrededor del
año 1000.

Otros textos le continúan entonces,
ininterrumpidamente, hasta finales del siglo XI, cuando aparece
ese maravilloso poema épico de autor anónimo que se
llama Chanson de Roland, la más brillante perla de las
chansons de gestes, que inicia la época profana. La
Chanson es el mejor poema épico de la antigua literatura
francesa y uno de los más bellos de toda la literatura
universal.

Toda esta riqueza textual tomó como base una gramática que fue evolucionando. Para
conformar esta escritura, la lengua utiliza inicialmente el
alfabeto romano con tres acentos. Sin embargo, desde un comienzo
este alfabeto resultaba inadecuado en ciertos casos, pues la
lengua había desarrollado sonidos inexistentes en
latín. Además, si bien la pronunciación ha
cambiado considerablemente desde el período del
francés antiguo, la ortografía ha evolucionado relativamente
poco y, en muchos aspectos, se asemeja aún a la utilizada
hace siete u ocho siglos. 

También esta situación se ha visto agraviada por
la introducción de miles de préstamos
tomados del latín y de otras lenguas que se
incorporaron a la lengua con una mínima o ninguna
adaptación ortográfica. De ahí que la falta
de correspondencia entre ortografía y pronunciación
sea aún mayor en francés de lo que lo es en lengua
inglesa. 

El francés conserva un número de palabras que
tomó prestados del galo durante el período
galorromance. La mayoría de estas palabras están
relacionadas con conceptos agrícolas y rurales, tales como
boue 'barro', claie 'valla', soc 'reja del arado', y mouton
'oveja', piéce 'pieza', etc.

Durante la ocupación del norte de la Galia a partir del
siglo V se produjeron préstamos al habla romance de la
zona de un considerable número de palabras
germánicas, muchas de las cuales tienen que ver con temas
militares y administrativos (por ejemplo, en su forma moderna,
blesser 'herir', fourbir 'bruñir', heaume 'casco',
sénéchal 'senescal', trêve 'tregua'), con el
mundo de la agricultura y
del campo -los francos no fueron una nación
que gustara vivir en ciudades- (blé 'trigo', bois
'madera', gerbe
'gavilla', haie 'seto', houx 'acebo', mésange 'paro',
troéne 'alheña'), con costumbres sociales y prendas
de ropa, etc. (cruche 'jarra', danser 'bailar', fauteuil
'sillón' -en principio 'taburete plegable'-, feutre
'sombrero', gant 'guante', poche 'bolsillo', rôtir 'asar')
o con emociones y
características personales (haïr 'odiar', honte
'vergüenza', laid 'feo' -primeramente 'desagradable'-,
orgueil 'orgullo', rang 'rango').

Podemos citar incursiones de otros pueblos de habla
germánica, los vikingos u "hombres del norte", que
comenzaron a principios del siglo IX aproximadamente, concluyeron
en un asentamiento permanente cuando, en el año 911, el
rey francés Carlos el Simple les cedió un tramo de
tierra
alrededor del estuario del Sena que, a la larga, llevaría
a la creación de un Ducado de Normandía. Entre los
ejemplos de herencia se
encuentran: Caudebec, "arroyo de agua
fría"; son claramente de origen normando también,
crique 'arroyo', étambot 'poste de proa', tillac
'cubierta', vague 'ola'.

A lo largo de los períodos de francés antiguo y
medio, entró a formar parte de la lengua un número
muy reducido de palabras procedentes de lenguas extranjeras
vivas, como el inglés (por ejemplo los nombres de los
puntos cardinales, nord, sud, est, ouest) y el árabe
(coton 'algodón', gazelle o jupe 'falda'). Pero,
sin duda, la principal fuente de adquisición de nuevas
palabras la constituye el latín, sobre todo en los siglos
XIV y XV, cuando se incorporaron a la lengua cientos de
latinismos, muchos de los cuales aún perviven hoy
día. Baste a modo de ejemplo, y en la grafía
moderna, austérité, excessif, politique,
possibilité (siglo XIII) y, del período del
francés medio, absent, acte, applaudir, assiter, classe,
délicat, divorce, famille, final, fragile, information,
poéme, primitif, satisfaire.

A partir del Renacimiento, el
francés ha acogido préstamos de infinidad de
lenguas, pero principalmente del italiano y del inglés.
También ha dado en préstamo palabras y expresiones
como à la carte, savoir-faire, par excellence,
raison d'être y laissez faire.

El francés y
la actualidad

El idioma francés (en francés: la langue
française
) es una lengua romance hablada en todo el
territorio de Francia metropolitana. En los territorios franceses
de ultramar es hablado en muchos casos, junto con otras lenguas
como el tahitiano, en la Polinesia Francesa, o con dialectos como
el «créole» en la isla de la Reunión,
en Guadalupe o en Martinica. De manera general podemos decir que
se habla en Europa, Asia, América, el Caribe, África y
Oceanía.

Es el segundo idioma más hablado en la Unión
Europea como lengua materna, tras el alemán y por delante
del inglés. Es nombrado con frecuencia "la lengua de
Molière", en honor al nombre de uno de los más
famosos escritores franceses.

Constituye una de las seis lenguas de trabajo de la
ONU, una de las
dos lenguas oficiales del Comité Olímpico
Internacional, de la OTAN, de la OMC, y de los
servicios
postales, una
de las dos lenguas principales de la Unión Africana y una
de las tres lenguas de trabajo en la UE (junto al inglés y
al alemán) y en la Conferencia
Islámica Mundial y una de las siete lenguas de la cadena
europea de noticias
Euronews.

El francés actual se escribe con el alfabeto latino.
Utiliza cinco diacríticos: (acento agudo, acento
circunflejo, acento grave, cedilla y diéresis), así
como dos ligaduras (æ y o). El acento tónico tiende
a ir en la última sílaba. Hay dos géneros,
masculino y femenino y dos números. Ciertas terminaciones
nominales están marcadas por el género;
por ejemplo para el femenino son las siguientes:
-sion/-tion/-xion; -aison, -ance; para el masculino la
mayoría de los nombres acaban en -ment.

Los verbos tienen tres conjugaciones principales, con gormas
en infinitivo terminadas en -er, -ir y -re.

La lengua tiene dos artículos, determinado e
indeterminado, marcados por género en el singular y por
número.

Los pronombres personales son los siguientes:

 p

Singular

Plural

11ra

je, me

Nous

22da

tu, te

Vous

33ra

masculino il, le, lui

femenino ele, la, lui

ils, les, leur

elles, les, leur

El adjetivo demostrativo en masculino es ce/cet, en femenino
es cette, en plural es ces 'esto/eso'. El pronombre demostrativo
es celui-ci/celle-ci 'este, celui-là/celle-là
'esta', plural ceux-ci/là, celles-ci/là. El
interrogativo es qui '¿quién'?, quoi
'¿qué?'. El relativo es qui/que, ce qui/ce que.

Para negar se usa: ne … pas. Y el orden regular de la frase
es sujeto, verbo y objeto.

La escritura tiene poco que ver con la pronunciación
real pero es fácil predecir la pronunciación a
partir de la escritura. Una de sus características es el
uso de dos o tres letras para indicar un fonema, por ejemplo el
dígrafo ou en el francés parisino suena
prácticamente como una [u] española aunque mantiene
casi átono algo del fonema [o]. En general, la forma
escrita es más conservadora que la forma hablada. La
pronunciación típica del francés normativo
hace recaer casi siempre el acento prosódico en la
última sílaba (agudismo). La frecuente poca
correspondencia entre el francés escrito y el hablado es
un fenómeno que se debe a los fuertes cambios
fonéticos que se han presentado desde el período
del francés antiguo, y que no se correspondieron con
cambios en la escritura. Sin embargo, han ocurrido algunos
cambios conscientes para restaurar la ortografía
latina:

  • Francés antiguo doit > Francés doigt
    «dedo» (Latín digitum).

  • Francés antiguo pie > Francés pied
    «pie» (Latín pedem).

A veces los impresores impusieron su propia grafía para
evitar ambigüedad:

  • Antes de la imprenta:
    uit, ocho.

  • A partir de la imprenta: huit, ocho, evitaba la
    confusión con vit.

Es casi imposible predecir la escritura basándose
únicamente en la pronunciación. Las consonantes
finales, en particular s, x, z, t y d, suelen ser mudas; y n y m
son perceptibles incluso al final de palabra porque nasalizan a
la vocal que acompañan. En cambio, c, r,
f, y l suelen pronunciarse incluso en posición final. Por
ejemplo, las siguientes palabras terminan en consonante, pero en
su pronunciación acaban en un sonido
vocálico: nez, doigt, pied, aller, les, lit, beaux. Con la
pérdida de la vocal final en la pronunciación el
género llega a quedar marcado, paradójicamente, con
el fonema «s» propio del plural.

Los diacríticos tienen un significado fonético,
semántico y etimológico.

  • Acento grave (à, è, ù): Sobre la a o
    la u, únicamente distingue los homófonos entre
    sí: à («a», «hacia»)
    contra a («tiene», «ha»), ou
    («o») contra où
    («dónde» o «donde»). Sobre una
    e, indica el sonido /e/.

  • Acento agudo (é): Sólo aparece sobre la e,
    indicando el sonido /e/. Además, suele indicar la
    omisión histórica de una consonante que
    seguía a la e (normalmente una s): écouter <
    escouter.

  • Acento circunflejo (â, ê, í, ô,
    û): Sobre la e, indica el sonido /e/. También
    puede indicar la omisión histórica de una letra
    adyacente (normalmente una s): château < castel,
    fête < feste, sûr < seur, díner <
    disner. Por extensión, también puede marcar la
    diferencia entre homófonos: du («del»)
    contra dû («debido», participio pasado de
    devoir, «deber»).

  • Diéresis o tréma (ë, ï): Indica
    que una vocal que normalmente formaría diptongo no lo
    forma: naïve, Noël («Navidad»). La diéresis en la y
    (ÿ) sólo se presenta en algunos nombres propios
    (como l'Haÿ-les-Roses) y en francés antiguo.

  • Cedilla (ç): Indica que la c se pronuncia /s/
    donde, de no llevarla, se pronunciaría /k/.

La ligadura o («cour») es una contracción
obligatoria de oe, y cambia la pronunciación (como entre
coefficient y sour).

La ligadura æ es también una contracción
obligatoria, pero es más raro. Se utiliza solamente en
palabras latinas (como «curriculum
vitæ») o en nombres propios (como
«Lætitia»).

La literatura
francesa y sus autores

Luego de los Juramentos de Estrasburgo (siglo IX), el primer
texto literario: la Secuencia de Santa Eulalia, y el reconocido
Cantar del Roldan, en la Baja Edad Media cabe citar dos largos
poemas: el
Roman de la Rose, de Guillaume de Lorris, y el Roman
de Renart
, de carácter satírico. De esta
época datan también los fabliaux,
divertidos cuentos en
verso en un estilo realista. Mientras que en la prosa narrativa,
son destacables los cronistas Froissart y Joinville.

De esta época se conservan piezas de teatro religioso,
y posteriormente surge en el siglo XIV un teatro profano de
farsas. De las que se conservan, una de las más conocidas
es La farsa de Maese Pierre Pathelin, datada hacia 1460.
De este momento es la primera gran figura de la poesía
francesa, François Villon, extraordinario poeta con el
El Testamento (o Gran Testamento) (1461).

Francia también conoció un florecimiento de su
literatura vernácula en el siglo XVI (Renacimiento). Hubo
humanistas a principios del siglo XVI en Francia, como Guillaume
Budé. Se renovó la poesía gracias a los
siete poetas conocidos como La Pléyade; entre ellos, se
destacó Ronsard, con sus obras las Odas, al
estilo de Píndaro, y Sonetos amorosos. En el
campo de la prosa, resaltan Rabelais y Montaigne: el primero de
ellos con su novela,
Gargantúa y Pantagruel y el segundo con sus
Ensayos. El teatro de la época seguía las
directrices clásicas, como puede verse en las obras de
Étienne Jodelle.

Ya en la primera mitad del siglo XVII (Clasicismo
Francés), se cultivó la literatura barroca, como
puede verse en el preciosismo de autores como el poeta Vincent
Voiture. En el clasicismo francés propiamente dicho se
destaca sobre todo por su teatro. Sus grandes creadores son:
Corneille (El Cid) Racine (Fedra) y Moliere (Tartufo).

La prosa francesa del siglo XVII se caracterizará por
su claridad y orden. Así, en su obra filosófica
Discurso del método, Descartes
resulta un modelo de claridad expresiva. Por otro lado Madame de
La Fayette cultivó la prosa de ficción. El
género lírico por su lado en el clasicismo
francés. No obstante, siempre puede no fue imperante sin
embargo puede mencionarse a François de Malherbe y a La
Fontaine, que aprovechando fuentes
clásicas compuso una serie de Fábulas.

En el siglo XVIII (Ilustración), el francés se
convirtió en la lingua franca literaria y
diplomática de Europa occidental. La "Enciclopedia" fue un
instrumento forjador de la nueva mentalidad de la
Ilustración y su creador fue Diderot.

Dominan el pensamiento
francés de la época Montesquieu,
Voltaire y
Rousseau, los
llamados escritores-filósofos. Voltaire, en cambio,
recurrió más al teatro, también
cultivó la poesía neoclásica y las novelas, de entre
las que destaca Cándido.

De Jean-Jacques Rousseau tenemos Emilio. Pero hay
otros como: Jacques-Henri Bernardin de Saint-Pierre (Pablo y
Virginia
) o el Abbé Prévost (Manon
Lescaut
).

Por otra parte, la literatura francesa desarrollada en los
siglos XIX y XX ha tenido un efecto particularmente fuerte en la
literatura del mundo moderno, incluyendo el simbolismo, el
naturalismo, las novelas-río del Balzac, Zola y
Proust.

El Romanticismo,
nacido en Inglaterra y Alemania,
alcanzó a Francia también. Aquí tenemos a
Madame de Stael y Chateaubriand (Genio del
cristianismo
). Además, predomina la novela con
autores como George Sand y el primer Balzac. En la poesía
encontramos a Alphonse de Lamartine (Las Meditaciones,
Confidencias,
de 1820) y Alfred de Musset (Las
noches
). En el teatro romántico tenemos el estreno de
Hernani (1830) de Víctor Hugo. Seguidamente
publica la que posiblemente sea su obra más conocida: la
novela Notre Dame de París.

Otras figuras del romanticismo francés son Alfred de
Vigny, poeta, dramaturgo, y novelista, Alexandre Dumas (padre),
creador de famosos folletines; y Théophile Gautier.

Con la reacción al romanticismo, en la poesía,
nace la escuela
parnasiana, cuya figura más conocida es Leconte de Lisle.,
aunque debemos mencionar otros: Théophile Gautier,
Théodore de Banville, Sully Prudhomme y Catulle
Mendès.

Hacia 1848, se inicia en la prosa el Realismo, que
dominaría la escena literaria hasta, aproximadamente,
1874. Este es representado por Balzac (La comedia
humana
) y Stendhal (Rojo y negro), que con
creaciones que describen la estructura de
la nueva sociedad
francesa de su época.

Autores representativos en Francia son Flaubert (Madame
Bovary
, 1856) y Maupassant con sus cuentos, pero estos
encarnan un realismo más cientificista y empírico.
Ya con Zola (Los Rougon-Macquart) se llega al
naturalismo, un grado más exacto con respecto a los
detalles y vinculado a la biología: un realismo
dentro del realismo.

En el simbolismo, reacción ante los excesos del
naturalismo, podemos observar el "Manifiesto de los Cinco" (1887.
Entre los poetas de esta tendencia se encuentran: Verlaine,
Rimbaud, Mallarmé y Apollinaire. En teatro sobresalen
Rostand (Cyrano de Bergerac, 1898) y Paul Claudel
(El anuncio hecho a María).

En el siglo XX, en Francia tienen su origen el surrealismo,
el existencialismo y el "teatro del absurdo". Este
período es de grandes escritores como: Gide, Proust,
Valéry, Sartre,
Anouilh, Camus, entre otros.

Hoy, las artes literarias son apoyadas por el Estado y
los premios literarios son noticias importantes. La Academia
francesa y el Instituto de Francia son importantes instituciones
lingüísticas y artísticas, y la televisión francesa retransmite
frecuentemente programas sobre
escritores y poetas (el programa
más visto en la historia de la televisión
francesa fue Apostrophes, sobre literatura y arte). Los temas
literarios tienen valor
patrimonial y sentido de identidad para
cada ciudadano. Y algo extraordinario: hasta el año 2006,
los literatos franceses han obtenido más Premios Novel que
ninguna otra nación.

Conclusiones

Este trabajo nos permitió comprobar la veracidad de su
objetivo al
inferir la importancia de esta lengua romance que siendo la
primera en conocerse es actualmente una de las más
difundidas en el mundo.

El documento parte desde la evolución de la lengua donde se percibe el
desprendimiento del latín y la influencia de varios
sustratos. Luego se aprecia sus inicios como lengua romance a
partir una variedad (la de la Île-de-France) y el
surgimiento posterior del francés literario. El
acápite "El francés en la actualidad" refiere lo
concerniente a su reconocimiento contemporáneo y a sus
reglas gramaticales más comunes. Y finalmente el trabajo se
dirige al análisis general de la obra escrita
francesa y a sus autores más destacados teniendo en cuenta
las corrientes o tendencias literarias.

La lengua francesa ha demostrado su constancia. Sus hablantes
y sus estudios sobre la misma, también la han colocado
entre las tres de más respeto en el
ámbito universal. Los textos literarios son su muestra
más fehaciente. Solo resta leerlos.

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